24/9/14

Disciplina y Amonestación

 La palabra griega para amonestación es nouthesia, y puede ser traducida como advertencia, instrucción y entrenamiento; es la instrucción que se realiza mediante palabras de aliento o de reprensión.

“Criadlos en disciplina y amonestación”. ¿De qué manera debemos criar, alimentar y sustentar a nuestros hijos? En disciplina y amonestación

La palabra que se traduce como disciplina en este pasaje es, en griego, paideia que también puede ser traducida como “educación, capacitación, instrucción”; se refiere a la instrucción que se lleva a cabo mediante la acción.

Denota la formación dada a un niño, incluyendo la instrucción; de ahí, disciplina, corrección; sugiriendo la disciplina cristiana que regula el carácter.

Nuestros hijos necesitan ser instruidos mediante el ejemplo, a través de la práctica perseverante de principios, mediante la corrección y ajuste de los principios previamente enseñados. No podemos disciplinar a un hijo cuando tiene alguna falla si no lo hemos enseñado previamente, si no lo hemos entrenado de manera suficiente.

La palabra griega para amonestación es nouthesia, y puede ser traducida como advertencia, instrucción y entrenamiento; es la instrucción que se realiza mediante palabras de aliento o de reprensión.

Esta amonestación es anterior al problema, es una advertencia, es una palabra de afirmación para ayudar al hijo a alcanzar su potencial. Un padre que reprende y disciplina sin haber amonestado a tiempo, sin haber dedicado tiempo para enseñar y entrenar, es insensato.

Sin embargo, hemos entendido por criar que nuestra obligación es alimentar y cuidar a nuestros hijos, mantenerlos mientras crecen, rogando que lleguen pronto a la mayoría de edad para deshacernos de ellos.

En el proceso, tomamos una actitud pasiva: dejar pasar, dejar hacer, no corregir, ignorar, restar importancia a los hechos y a las actitudes. No nos damos cuenta de que criar a nuestros hijos de esta manera es, simplemente, dejarlos expuestos a ser sacrificados por Satanas.

Durante mi niñez vivíamos cerca de un rastro donde los granjeros llevaban a sus animales para ser sacrificados, para poder luego vender su carne en el mercado. Nunca he olvidado los chillidos de los cerdos al ir por la calle arrastrados por sus dueños de camino al matadero.

Parecía que de alguna manera los cerdos sabían lo que les esperaba y chillaban con desesperación. Claro que ellos no entendían que para eso habían sido criados y que para eso los habían alimentado.
Mientras más crecieran y engordaran más valiosos eran.

La comparación es grosera, pero esto es lo que muchos padres hacen con sus hijos. Los alimentan, en muchos casos literalmente los engordan, los mantienen mientras crecen, les dan un lugar donde vivir, pero les permiten vagar por donde quieran. No les ponen restricciones, les cumplen sus caprichos, básicamente los ignoran. Están demasiado ocupados en tantas otras cosas.

Al final, lo que sucede es que estos hijos son destrozados por el mundo y por el diablo.

Señales de adevertencia
Permíteme dar una lista de señales de advertencia que pueden ayudarte a identificar si tu hijo está creciendo de la manera incorrecta:

En casa:
• Tu hijo no puede estar quieto. No puedes dejar nada a su alcance ni puedes alejarte de él sin estar muy preocupado porque él toma las cosas sin pedirlas, rompe sus juguetes o no los recoge después de jugar. Solo quiere jugar y no quiere hacer su tarea.
• Hay exceso de ruido en casa: gritos, golpes, música.
• Frecuentemente dice que está aburrido, que no está contento.

En el respeto a su madre:
• Es grosero y le pega; desde pequeño ha levantado la mano para pegarle a mamá, para jalar su pelo o sus aretes, causándole gran dolor. Le grita, le exige, le manda.

En su obediencia a la autoridad:
• Tu hijo se queja, llora y hace berrinches cuando dices: “¡No!”. Se niega a comer o a hacer lo que le pides. No va cuando lo llamas. Tienes que explicarle el porqué cuando le pides algo. Evita hacer lo que le pides mediante excusas, pretextos y palabrerías. Cuando lo castigas se enoja, grita, se tira al piso, azota la puerta, pretende vomitar.

En la tienda:
• Es horrible ir de compras con él. Hace berrinche si no le compras lo que se le antoja.

En otras casas:
• Te da vergüenza llevarlo a otra casa, porque seguramente causará destrozos.

En la iglesia:
• El niño no puede estar quieto durante el culto. Tienes que salir a pasearlo o llevarlo al baño tantas veces que en realidad no aprovechas para nada el sermón.

En público:
• Sientes que tienes que darle explicaciones a otras personas cuando él niño no te deja hacer lo que quieres o no te hace caso cuando le hablas.
• Te interrumpe cuando hablas con otras personas.
• Con frecuencia tienes que pedir disculpas por su comportamiento.

En su disposición para ayudar:
• Prefieres no pedirle ayuda porque sabes que su actitud será negativa y no te ayudará. Simplemente no hará caso y seguirá haciendo lo que estaba haciendo.
 

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