Considera los diferentes términos bíblicos que describen la liberación de pecado que Jesucristo otorga al hombre por medio del evangelio.
1. La Salvación
El hombre está perdido en el pecado y
necesita ser rescatado, o salvo. Jesús es, sobre todo, quien nos salva del
pecado. Sólo en él hay salvación. "Y en ningún otro hay salvación, porque
no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser
salvos" (Hechos 4:12). "Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre
Jesús porque él salvará a su pueblo de sus pecados" (Mateo 1:21).
"Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había
perdido" (Lucas 19:10). "Pero vemos aquél que fue hecho un poco menor
que los ángeles, A Jesús, coronado de gloria y de honra a causa del
padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por
todos. Porque convenía a aquél por cuya causa son todas las cosas, y por quien
todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase
por aflicciones autor de la salvación de ellos" (Hebreos 2:9-10). Lea
también a Hebreos 7:25; 1 Pedro 2:25; 1 Timoteo 1:15; Romanos 8:1.
2. La Redención
La redención (rescate -comprado de
nuevo-) . El pecador vive bajo la esclavitud del pecado y de Satanás (Romanos
6:16). No puede hacer nada, por cuanto carece del poder necesario, para
liberarse de esta servidumbre. El precio que se ha pagado por su redención es
el precio de la sangre que Jesús derramó sobre la cruz. "En quien tenemos
redención por su sangre, el perdón de pecados" (Colosenses 1:14). Lea
Hechos 20:28; 1 Corintios 1:30; 1 Corintios 6:20; Hebreos 9:12. Al rescatar al
hombre de la esclavitud del pecado, Jesús puso fin al poder y obra del diablo.
3. La Justificación
Cuando uno es salvo y redimido por el
poder de la sangre de Cristo, es considerado justo, o justificado. "Siendo
justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en
Cristo Jesús" (Romanos 3:24). Uno es declarado justo, sin serlo, no por los
méritos de uno, sino por el mérito de Cristo. Lea Hechos 13:38,39; Romanos
5:1,9; Tito 3:7.
4. La Reconciliación
Esta palabra se define como "el
restaurar una amistad después de que se haya perdido". Cuando uno comete
su primer pecado, queda separado de Dios. Al ser salvo, redimido y justificado
en Cristo, logra la reconciliación con Dios y uno es restaurado a su condición
anterior.
"Y
a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra
mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado en su cuerpo de carne,
por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles
delante de él" (Colosenses 1:21, 22). "Y todo esto proviene de Dios,
quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la
reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no
tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la
palabra de la reconciliación" (2 Corintios 5:18,19). Lea Efesios 2:16,17.
5. El Perdón
Todo pecado es primeramente una ofensa
contra Dios. Perdón es ser soltado como cuando se suelta un preso de los
grilletes. Los pecados de uno son remitidos, perdonados, borrados y olvidados,
como si nunca los hubiera cometido. Esta riqueza la tenemos gracias a la sangre
de Cristo. "En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados
según las riquezas de su gracia" (Efesios 1:7). Lea Hechos 5:31; 13:38;
26:18; Efesios 4:32; Colosenses 1:14; 3:13; 1 Juan 1:9; 1 Juan 2:12; Lea Mateo
26:28; Lucas 1:77; Hebreos 9:22.
6. La Limpieza
El pecado ensucia el alma del hombre.
Así como usamos agua para lavarnos de la suciedad del cuerpo, también debemos
sumergirnos en Cristo para que su sangre nos alcance, y para que de esa manera el
alma quede limpia de la inmundicia del pecado. "...y la sangre de
Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado" (I Juan 1:7). Lea 1
Corintios 6:11; Apocalipsis 7:14; Romanos 6:1-6. Para lograr la salvación,
redención, justificación, reconciliación, perdón y el poder limpiador de
Jesucristo y su sangre hay que alcanzar la gracia divina, porque todo lo que
Jesús ha hecho por los pecadores se manifiesta en la gracia de Dios, sin la
cual nadie, indudablemente, sería liberado de sus pecados.
Pero
Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun
estando nosotros muertos con pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por
gracia sois salvos) y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo
sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos
venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros
en Cristo Jesús " (Efesios 2:4-7). Lea Hechos 20:32; Romanos 3:24; Tito
2:11; Tito 3:7; Hebreos 2:9.
6. La Gracia
La palabra "gracia" expresa
la idea de la bondad otorgada a alguien que no la merece. Se refiere a un favor
inmerecido. Ningún pecador merece la salvación, sino el lago de fuego en el
infierno (Romanos 1:32). Además, no hay nada que uno pueda hacer que le resulte
suficientemente digno para borrar la culpa del pecado de su alma y así lograr
ser aprobado por Dios. El misericordioso, amoroso Padre Celestial, sin embargo,
envió en momento preciso, a su Hijo para que muriera en la cruz y así pudiera
obtener la salvación para el hombre perdido. Por eso, cuando uno recibe la
salvación por medio del sacrificio de Jesús, siendo redimido por su preciosa
sangre, uno recibe lo que no merece. Recibe un regalo de Dios mediante la
gracia (Efesios 2:7). Vea Romanos 6:23.
Esta
gracia es de parte de Cristo también. Puesto que Jesús, generosamente, se
entregó asimismo a la voluntad de su padre, dejando su estado glorioso en el
cielo, y aceptando las miserias y durezas de la vida humana, y por su dolor y
muerte que hicieron posible que el hombre se liberara del pecado, se considera
también que la salvación es por medio de la gracia de Cristo. "Aunque era
rico, no obstante se hizo pobre por amor a vosotros". Lea Filipenses 2:5-8
y 2 Corintios 8:9. "Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús
seremos salvos..." ( I Corintios 15:11).